Por Gente de Guatemala

DESPIERTA, PUEBLO DE GUATEMALA

Maly de Bianchi

¿Hasta cuándo seguiremos con la actitud conformista que ha caracterizado a los ciudadanos de Guatemala?

¿No es este, acaso, el momento justo de honrar a Rodrigo Rosenberg? No tuve el gusto de conocerlo, pero su testimonio impactó mi sentimiento y mi conciencia. Mi respeto para este ciudadano harto del no podemos hacer nada. Porque él acaba de demostrar que sí podemos. De no ser así, no habría surgido este valiente capaz de dar su vida porque no estaba dispuesto a seguir soportando más de lo mismo. Y aunque nos haya dicho que no lo hizo «por héroe ni por mártir», a nadie le queda la mínima duda de que fue ambas cosas. Más de lo mismo es más corrupción, más violencia, más robo y más extorsión. Y no estoy hablando de un simple particular, me refiero a un go bierno. Pero ¡cuidado! Si hablas, te callarán para siempre.

El abogado Rosenberg conocía las amenazas que se abalanzaron sobre él, no se las ocultaron, pero no pudieron doblegar su alma, no lograron que se sintiera derrotado. En lugar de huir, que es lo que suelen hacer espontáneamente aquellos que se ven amenazados, llevados por el natural impulso de preservarse, él decidió que era preferible exponerse a la muerte, tal como, desgraciadamente, sucedió. Eligió filmar su testimonio, dar nombres, decir su verdad, eligió el sacrificio en aras de la libertad de expresión.

Probablemente tenía los medios para escapar, rehacer su vida en otro lugar, no volver jamás a estas tierras. Pero este suelo lo vio nacer, lo cobijó en su adolescencia y su madurez, aquí estudió y trabajó siempre en pro de una Guatemala mejor. Huir era contribuir a que los guatemaltecos, sus hermanos, siguiéramos tragando la misma ponzoña por el resto de la vida, continuáramos mudos frente al terror, no pudiéramos llevar la frente erguida nunca jamás.

A él nos lo arrebataron, pero no han podido acallar el reto que nos legó: levantarnos y construir una Guatemala diferente. Porque ésa es la Guatemala que debemos heredar a nuestros hijos y nietos.

Que Dios nos bendiga y nos fortalezca para que cada uno de nosotros, ciudadanos de esta hermosa patria, hagamos nuestra parte y logremos que Guatemala se alce con toda su potencia sobre este infortunio que nos acosa, que Guatemala no calle y, sobre todo, que Guatemala actúe. Es tiempo de dejar el costado del camino, es tiempo de dejar el silencio cómplice, es el momento para ensanchar con nuestro paso decidido la ruta de la dignidad. Es tiempo de ponerse de pie frente a la encrucijada y hacer la única elección digna: la libertad.